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Reflexiones Conscientes

Pandemia y el viaje interior

Vivíamos confinados en nuestra rutina de estar existiendo, sin estar viviendo.

Realmente hipnotizados, hemos hecho con nuestros hijos lo mismo, seres que siguen los mandatos sin cuestionarse nada, como ovejas hacia un lugar en donde todo es mercado. Un sistema educativo en donde, en lugar de ocuparnos en saber como potenciar los dones de un niño, nos empecinamos en meter conocimientos de memoria, para calificar quienes son y definir así, traumas que hasta ese momento no tenían, pasando de la alegría de jugar a la insatisfacción de compararse con otros niños. De ir a un lugar incómodo fuera de toda realidad, en donde sin tener en cuenta sus emociones, se los castiga por no cumplir expectativas estudiantiles absurdas calificadas con un número.

Ya como adultos, nos encargamos de seguir enchufados, cada uno a su rutina, de casa al trabajo, del trabajo a casa, el móvil, el televisor, los videojuegos, las redes sociales, algo que no nos deje pensar en qué es lo que realmente quiero hacer, porque si mi trabajo no me gusta, me aguanto, y así, aguantando, reforzamos emociones reprimidas, que nos traen aparejadas esas enfermedades que ahora no sabemos explicar por qué tenemos.

Hasta hace poco, existíamos abrazados por los viejos paradigmas. El paradigma económico nos ha enseñado a que tener o no tener dependencia de una realidad externa dirigida por gobiernos y multinacionales. El paradigma científico nos tiene que informar de lo que es real o no lo es , lo que tiene o no tiene explicación, lo que sé o lo que no sé. El paradigma político nos inculca lo que puedo o no puedo hacer. Y el paradigma religioso, lo que debo o no debo hacer. Estos son los cuatro jinetes del Apocalipsis.

Entonces, en el mundo, los seres humanos ya modificados genéticamente a la comodidad de no cuestionar nada y atendiendo a las tradiciones, seguimos sin sentir en trabajos que no nos llenan, en escuelas que no motivan a mejorar como seres humanos y logramos tener más amigos virtuales que físicos. Estábamos en la vorágine de la rutina y, de repente, sin avisar, nos sacan de allí, con una pandemia, desconectándonos de lo que conocemos, dejándonos en la evidencia de nuestro sentir y en carne viva con todas nuestras frustraciones de frente.

Ahora, estamos en conexión directa con quienes somos, no hay nada que logre desconectarnos de nuestra realidad, tenemos que estar en casa, sin posibilidad de salir ya no podemos evadirnos… Y, ante esto, estamos ante una gran elección: quizás la más fácil es sumergirnos en el drama y en la queja que nuevamente intentan imponernos los paradigmas económico y político, entrando en pánico, miedo y bajando nuestra vibración ante las estadísticas manipuladas para el servicio de unos pocos. ¿Y si empezamos a cuestionarnos cosas para conectar con nosotros mismos?

¿Es una casualidad que esto pase ahora que nuestro planeta está en plena ascensión energética?

Cuestionemos esto: ¿realmente creemos que es algo negativo para el ser humano este replanteo de realidades? Más allá de la parte conspiranoica que podrá o no tener fundamentos, ¿cómo vamos a reaccionar ?, ¿volvemos a creer en los paradigmas?. O podemos sentar bases para una nueva realidad donde somos nosotros los que decidimos vivir más conectados con el planeta, y con nosotros mismos haciendo vida más natural y sostenible. Es una elección que ahora debemos tomar, volver a lo natural.

¿A cuál de las vibraciones contribuyes con tu pensamiento? ¿crees que pensando en base a juicios o quejas estás ayudando al planeta ?. Si fueran dos bandos, ¿cómo crees que afectaría que todos pensemos en que esto es un plan malvado? ¿qué tipo de energía estamos alimentando? ¿La negativa o la positiva?. Si los pensamientos emiten frecuencia, ¿a quién estás ayudando bajando la tuya?.

Definitivamente, es nuestra decisión lo que hacemos con la situación actual, tenemos que decidir si contribuye a la alta vibración o a la baja.

Entre tanto, vemos muchas cosas positivas en todo esto: volvemos a lo natural, volvemos a ayudarnos, surgen comunidades nuevas, etc. Gracias a esta nueva forma de vivir, personas han despertado a tener sus propios huertos, intercambiar sus propias creaciones, ayudarse mutuamente para lo más básico y necesario. Existen movimientos económicos solidarios en donde nos estamos uniendo para sentir.

De hecho, gracias a que no podemos salir de casa, el planeta está sanando, ¿delfines en Venecia?. Tanto daño estábamos haciendo y no nos dábamos cuenta. Nuestro afán consumista puede dejar de existir, podemos empezar de nuevo. Definitivamente, es nuestro deber como raza humana volver a sentir. ¿Cómo te sientes?